viernes, 30 de mayo de 2008

Mariana y Thor

jueves, 29 de mayo de 2008

Un viaje por el río Amazonas

Un viaje por el río Amazonas
Son las cuatro de la tarde de un caluroso miércoles de septiembre y una nube de vapor envuelve todo lo que nos rodea. Estamos en el muelle fluctuante del puerto de Manaus, que bulle con el alboroto previo a la partida: pasajeros ansiosos acarreando sus pertenencias, trabajadores estibando la carga y vendedores ambulantes ofreciendo sus mercancías: lentes de sol, hamacas, frutas y bebidas. Vamos a emprender un viaje por el río más caudaloso del mundo, el curso de agua que nace en los Andes peruanos y recibe, a través de su recorrido, distintos nombres: Lloqueta, Apurimac, Ene, Tambo, Ucayali, Marañón, Solimões y más adelante, en el corazón profundo del Brasil, casi exclusivamente el célebre de Amazonas.

Antes de llegar aquí, recorrimos durante cinco días la ciudad de Manaus y sus alrededores, admirando diversas obras arquitectónicas, testimonio de un pasado de esplendor, entre las cuales se destaca el maravilloso teatro Amazonas, inaugurado en 1896, en pleno auge del Ciclo da Borracha. Realizamos una excursión que nos llevó al encuentro de los ríos Negro y Solimões, los ríos más grandes de la región, cuyas aguas de distinto color corren juntas sin mezclarse durante diez kilómetros debido a que poseen una densidad, temperatura y velocidad diferentes. También estuvimos en la selva, pernoctando en una posada muy rústica a orillas del río Mamori, donde tuvimos la oportunidad de observar en su hábitat natural: delfines de río, pirañas, caimanes y perezosos.

Se denomina Ciclo da Borracha al período en el cual toda la economía del Brasil, y en particular la de esta región, dependía de la extracción de látex. La explotación de este producto, a cargo de capitales extranjeros, se inició a comienzos del S. XIX, intensificándose a partir de 1850. En la segunda mitad del S. XIX, los ingleses llevaron semillas seleccionadas de seringueiras (árboles de los que se obtiene el caucho) a sus colonias del sudeste asiático, donde las plantaciones prosperaron rápidamente; además, en esta zona, la comercialización de este producto se vio favorecida por diversos factores, fundamentalmente: la cercanía de los centros de venta y las características del terreno, limpio y plano, muy diferente al de la selva amazónica. Durante los primeros años del S. XX, la producción asiática tuvo un crecimiento tan sostenido que terminó reemplazando a la brasilera en el mercado internacional.

Las ciudades de Manaus, Belém y Porto Velho tuvieron un gran desarrollo durante el Ciclo da Borracha, atrayendo riquezas, generando transformaciones culturales y sociales y promoviendo la colonización de un territorio que, hasta entonces, se consideraba inexpugnable.

Durante la estación seca, época del año en que llueve menos y que va de mayo a diciembre, navegar desde Manaus hasta Belém (889 millas, unos 1.646 kilómetros), demanda cuatro días y medio. Diversas empresas realizan el recorrido transportando carga y pasajeros. Los viajeros –según su poder adquisitivo– pueden optar entre dormir en una hamaca colgada en la cubierta o en un camarote.

En la cubierta inferior del Amazon Star, uno de los barcos más modernos, se amontonan docenas de hamacas junto a la carga. No mucho más confortable parece la segunda cubierta, donde existe un espacio con aire acondicionado que poco después de emprender la travesía se vuelve casi imperceptible; allí, en una superficie de unos 25 por 10 metros, otro enjambre de hamacas cuelgan separadas apenas 10 centímetros una de la otra.

En el barco suele haber pocos turistas; la mayoría de la gente que realiza este viaje lo hace por negocios o simplemente porque necesita desplazarse de un lugar a otro. Navegar es la forma más utilizada y económica de viajar en esa región de naturaleza exuberante.

La vida a bordo transcurre entre el salón comedor, la cubierta superior y el lanchonete (un pequeño bar) donde el sonido de la música y de algún televisor es casi permanente. El precio del pasaje, bastante exiguo, incluye tres comidas diarias que se sirven en horarios insólitos para cualquier argentino: a las cinco de la mañana el desayuno, 11h el almuerzo y 17h la cena.

Unas horas después de partir, una mujer con uniforme blanco se instala en el pasillo que comunica los camarotes; tiene el aspecto de una enfermera pero resulta ser manicura y pedicura. Inmediatamente comienza a formarse una fila cuyo tamaño no disminuirá durante el resto de los días; muchos de sus clientes son pescadores que recurren a ella para que quite las asperezas de sus pies curtidos.

El Amazon Star realiza varias escalas en el camino: Parintins, Santarem, Monte Alegre, Gurupa son algunos de los sitios en los cuales es posible descender para recorrer los alrededores. Si la escala en Santarem es lo suficientemente larga, vale la pena conocer Alter do chao, una playa fluvial de arenas blancas y aguas verde azuladas, adonde se llega tras un viaje de 45 minutos en taxi. Esta playa es temporal, depende de la altura del agua del río Tapajós, por eso es conveniente visitarla en época de bajante.

El protagonista absoluto durante la travesía es el paisaje. En algunos trayectos, la costa distante realza aún más la imponencia del cielo multicolor, cambiante, impredecible: atardeceres rojos recortándose detrás de la espesura, alguna tormenta tropical modelando las nubes hasta darles una apariencia casi consistente.

Mariana Baez, una joven bióloga mexicana que viaja con nosotros y que partió de Veracruz hace 8 meses, está haciendo una filmación a bordo que luego le enviará a su familia. Nos emociona escucharla grabar un mensaje dedicado a su madre: “Te dedico este cielo y esta selva tan llena de fuerza y vida como lo que yo he heredado de ti, y que es lo que más te agradezco”.

Más cerca de Belém las márgenes se estrechan, entonces es posible apreciar la vegetación costera: manglares cuyas raíces emergen del agua como arañas gigantes, palmeras de más de 7 metros de altura y las famosas seringueiras que desataron la fiebre del caucho a fines del siglo XIX. Distintas aves surcan el cielo: garzas, guarás, guacamayos, emitiendo sonidos que, hacia el atardecer, se confunden con el rumor creciente que surge de la selva. Con frecuencia se pueden ver dos tipos de delfines de río: el tucuxi de color gris y el boto cor de rosa, que tiene una tonalidad rosa pálido.

Antes de embarcar, el guía Luis Sérgio de Lima nos contó algunas leyendas que alimentaron nuestra fantasía durante el viaje: habló del delfín rosa que adopta la apariencia de un hombre para enamorar a las jóvenes y que nunca se quita el sombrero para esconder el vestigio de su forma anterior, un orificio en la parte superior de la cabeza; de Naia, la bella india enamorada de la Luna que, confundiendo el astro y su reflejo, se sumerge en las aguas para atraparlo y es transformada en una planta acuática; de Boiúna, la enorme víbora que al reptar va formando los igarapés, cursos de agua estrechos que corren en el interior de la floresta.

A medida que nos acercamos a la ciudad comienzan a vislumbrarse, cada vez con mayor frecuencia, las casas de los habitantes ribereños, construcciones muy humildes cuyos moradores –en especial las mujeres y los niños– se acercan en canoas al barco para pedir que los viajeros les den alguna cosa. Muchos de éstos, conocedores de esa costumbre, suelen tener preparadas bolsas con ropa y alimentos que tiran por la borda. Otros lugareños más arriesgados reman con fuerza hacia el barco y, provistos de ganchos, los arrojan a las cubiertas de auto que cuelgan a los costados de la embarcación. Una vez que logran engancharse, aseguran su canoa con una cuerda y suben a vender diversos productos: palmitos, camarones, frutas de la región. Los precios son exiguos: un ananá, al igual que un frasco de 400 gramos de palmitos, cuesta 1 real (0,55 centavos de dólar).

Al llegar a Belém, una multitud recibe a los viajeros; el Amazon Star hace sonar la sirena anunciando su llegada. Pocos días después partirá colmado de fieles en una peregrinación fluvial acompañando a la Virgen de Nazaré, patrona del Estado de Pará, navegando otra vez por el mítico río.

Melina Rigoni

(Publicado en la Revista Lugares, abril de 2008)

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